Nota de Silvia Hopenhayn para La Nación

Una revista que se vuelve libro

La invitación a la lectura suele provenir de las ganas de compartir hallazgos. ¿Qué es una revista literaria sino el capricho de un lector con ansias de convite? Pero en estos tiempos no alcanza con el capricho o las ganas. Es una verdadera hazaña atravesar el mundo virtual y lanzar un fruto tangible, de tinta, papel, textos fecundos y cuidadas ilustraciones. Más si tiene 336 páginas y consigue alivianar las ansias de lectura de ciertos autores. Y sí: es El Ansia, primer número de la revista que dirige José María Brindisi, apostando a la literatura como un intercambio deseante y prolífico. Por eso no hay reseñas ni novedades; se trata de un escenario de la ficción actual en tres actos, donde se presentan tres únicos autores y sus respectivos mundos narrativos. En esta ocasión: Marcelo Cohen, Hernán Ronsino y Alberto Laiseca. Tan distintos entre sí y afines en la originalidad de sus ficciones.

La revista no acude al museográfico «dossier de autor». A través de distintos diálogos y lecturas, que dan cuenta de aspectos variados de la producción literaria de los autores, se produce un extraño efecto de proximidad. La obra parece estar siendo leída en el momento en que se entablan las distintas conversaciones.

Comienza con Marcelo Cohen, «Un misterio hecho de naufragios», autor de referencia para lectores que entienden la ciencia ficción -o el «fantástico»- como género de la actualidad, donde la poesía se filtra para dar vida al futuro. Lara Segade, Federico Goldchluk, Matías Capelli y Ariel Dilon avizoran las islas del Delta Panorámico, el archipiélago futurista inventado por Cohen donde transcurren casi todas sus ficciones luego del libro de relatos Los acuáticos, proféticamente publicado en 2001. De este mundo hecho de esquirlas, la revista publica un relato del libro inédito, por ahora titulado La calle de los cines (en el Delta Panorámico).

En Ronsino, la ficción está hundida más que a flote. Se sitúa en los bordes de la ciudad y está hecha de historias contadas, como si el pasado fuese un para siempre. Más cerca de Saer o Di Benedetto, la obra de Ronsino (La descomposición, Glaxo, Lumbre) actualiza esos climas, a veces con una vaca pastando en la oscuridad o preguntándose «dónde empieza una sombra». La lectura de Ronsino que hacen Edgardo Scott, Sylvia Saítta, Jorge Consiglio y Luciano Guiñazú permite juntar las partes -¡y los huecos!-.

La revista termina con un escritor amado por muchos y leído por no tantos como ese amor merecería: Alberto Laiseca, un escritor de imaginación risueña y frenética invención, referente del «realismo delirante». La revista propone una lectura de jocosa clasificación, un abecedario Laiseca. Y emotivas intervenciones, como la de Selva Almada, que cuenta la llegada a la casa del escritor, su visión del inmaculado desorden del escritorio (que Laiseca llama «mesa vaticana») y el afecto siempre listo a la hora del encuentro: «? me sonríe como el monstruo amable que es y me dice: «Qué alegría verla, querida». Y sí, qué alegría verlo, Lai Lai». Como ven, una revista que habla de los que escriben, con el gusto de la lectura.

Tomado de https://www.lanacion.com.ar/opinion/una-revista-que-se-vuelve-libro-nid1667353.

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