Félix Bruzzone sobre Gabriela Cabezón Cámara en la presentación de El Ansia 6 (28/2/2023)
Conocí a Gabriela Cabezón Cámara hace muchos años
en enero.
Hacía tanto frío que parecíamos en el polo.
Un polo soleado y lleno de árboles.
Los pájaros cantaban como enloquecidos.
Pero no era locura.
Eran cantos de amor.
Eran cumbias de amor.
¿De dónde viene la palabra cumbia?, le pregunté a Gabriela.
Fue la primera pregunta que le hice y no me respondió.
Después hubo otras.
Tampoco las respondía.
Solo me mandaba fotos por instagram
a mí y a todos sus amigos
con todo tipo de animales cantores.
En general, pájaros.
Pero no solo pájaros.
Hay insectos que cantan.
Hay mamíferos que cantan.
Hay peces que cantan.
Todos cantan.
Todos cantan.
También reptiles, aunque no demasiados porque ellos disfrutan del silencio y prefieren escuchar.
Se sabe de un cocodrilo, sin embargo, perdido en el mar muerto
que llegó ahí por error
cuando desmontaron un zoológico en el Líbano.
Él nada en las profundidades
y canta
desde allá abajo
en la lengua árabe que aprendió de los niños que le tiraban galletitas.
Es un cocodrilo que canta cosas muy tristes.
Conocí a Gabriela Cabezón Cámara hace media hora, en un taxi.
El taxista estaba muerto.
Por momentos manejaba ella.
Por momentos manejaba yo.
Por la radio pasaban canciones de serpientes
y eso le despertó a Gabriela sus ganas de hablar.
No de responder.
De hablar.
Y entonces contó sus aventuras.
Te voy a contar la últimas aventuras, me dijo, o sea las que todavía no hice.
Las otras ya las conocen todos y están en ese libro que escribí hace unos años.
Y en ese otro, que también escribí,
hace otros años.
Y en ese otro, que también escribí,
hace ya tanto tiempo que me olvido de todo lo que dice
y de todas las aventuras que en verdad sucedieron y suscitaron a ese libro olvidado.
Entonces cuenta
que sale en moto de la ciudad
y viaja mucho
hasta llegar al monte.
Es un viaje revolucionario, como todo viaje.
Pero ella no es el Che Guevara.
Ella es
Gabriela Cabezón Cámara.
La moto es muy dúctil.
Usa nafta solo cuando tiene.
Si no, anda con la velocidad.
La velocidad empuja a la moto y entonces la moto y Gabriela avanzan por el monte.
Claro que en cierto momento el camino se vuelve intransitable y Gabriela le dice a la moto
Ahora sos un mono.
No es mucho cambio. Moto, mono.
Y la moto se convierte en mono y van los dos de rama en rama.
El mono tampoco necesita nafta.
Sin contar que andar con nafta en el monte sería riesgoso.
Por el tema de los incendios forestales.
El mono anda con sus resortes
que son naturales
que le dio Dios o la madre naturaleza o Darwin
o Los Palmeras
que cantan esa canción
esa canción
esa canción
el bombón asesino
el bombón bien latino
el bombón suculento
el bombón casamiento
el bombón insaciable
el bombón masticable
y que le sirven
los resortes
al mono
para estirarse tanto
como una lágrima, un llanto
como una túnica, un manto
como una música, un canto
y como dice Gabriela, como una página en blanco
porque mientras Gabriela y el mono avanzan
Gabriela escribe
cada cosa que pasa
sobre una página en blanco.
Y entonces hay tres estiramientos
superpuestos
enredados
que son
los estiramientos del mono
los estiramientos de la página en blanco
y los estiramientos del viaje que empezó en la ciudad y ya va llegando al gran volcán.
Me gustan los volcanes, dice Gabriela.
Esa fuerza.
Ese poder.
Ese fuego.
¿Y la lava no te amedrenta?
¿Amedrenta?
Del verbo
amedrentar.
¿Ya sé, pero quién usa ese verbo?
Acá en mi barrio lo usamos bastante.
¿De qué barrio sos?
De un barrio donde tenemos miedo.
Eso está bien, dice Gabriela, hablemos del miedo.
Por eso.
Sí, por eso. Pero la lava no me da miedo, dice.
¡Pero es muy peligrosa!
Pero va lento. Es un peligro lento. No es un tsunami.
No, claro.
No es un huracán.
Claro, no es.
No es un accidente en la ruta.
Tampoco, eso no es.
La lava avanza lento y la podés ver y
de hecho
te voy a decir una cosa
cuando llegamos a la punta del volcán vimos que del otro lado había un bar
¿Abajo?
Abajo
¿Un bar cómo?
Un bar.
¿Y había gente?
Llenísimo de gente.
Había una fiesta, de hecho.
Así que bajamos y nos colamos en la fiesta.
¿Pero no ibas sola?
Con el mono.
El mono, claro.
Por eso. Ahí fue que le dije
Ahora no sos mono, sos mozo, y se convirtió en mozo
y me trajo un whisky.
No era mucho cambio, mono, mozo.
Sale la n.
Entra la z.
Una letra importante.
La más importante, probablemente,
donde todo termina
lo que le da sentido al resto
una letra que está en mi apellido
viste
Cabezón lleva z
Está media perdida pero ahí está, firme, marcando el final
¿Vos qué pensás que hay después del final?
¿Vos decís después de la muerte?
Sí.
Ni idea. No hay nada. Volvemos a la tierra.
Nos consustanciamos con la tierra.
Somos tierra otra vez.
Es como ese bar
que te digo.
Abajo del volcán.
Como abajo de la tierra.
Muerto pero tan
tan vivo.
Y entonces cuenta Gabriela Cabezón Cámara
cuando la conocí
que como ya dije
fue en un crucero, uno que recorría la polinesia
y que tenía
solo algunos pasajeros
todos sonámbulos
que leían poemas de néstor perlongher
mientras saltaban al mar
y se volvían a subir
por la escalerilla
que en el bar
la fiesta
llena de gente
y llena de mozos
era silenciosa
una fiesta en absoluto silencio
le habían puesto mute
le habían puesto mute
le habían puesto mute
pero el ritmo, igual, era ensordecedor
o sea
te dejaba sordo
o te había dejado sordo
o te dejaría sordo
era el ritmo de la lava
del volcán
bajo el volcán, ensordeciéndose
hay lava
bajo el hielo del daikiri que te traen para emborracharte
hay lava
bajo la ropa, transpirada piel de joven hermosa
hay lava
bajo la piel, en los cartílagos y huesos desencajados del baile arremolinado
hay lava
en el piso lleno de purpurina y acuachentoso charco de algo
hay lava
en las cortinas vaporosas que flotan con el aire caliente de un lado y el aire frío
del otro
hay lava
en los ojos aterciopelados o en los aterciopelados ojos de tu noche ensanchada
hay lava
en esa flor que se agita entre dos manos primero y después entre dos tetas
hay lava
cómo se mueve la flor no sé
pero lo que sí uno sabe y está seguro es que
hay lava
en todas partes hay
donde va la lava
hay lava
donde está la lava y pasa llena de piedras fosforescentes
hay lava
¿quién conoce la firma del gran inventor?
¿de quién es la obra que ustedes reconocen como de Gabriela?
¿de quién es la obra que ustedes reconocen como de Cabezón?
¿de quién es la obra que ustedes reconocen como de Cámara?
hay lava
hay lava
hay tanta lava que las aventuras de
la mujer
con una z en su apellido
se incendian a fuego lento
y los bomberos
del volcán
que mientras tanto
toman daikiris y vomitan lava
Pero volvamos al mozo porque ahora es él quien lleva a Gabriela de la mano y
adónde la lleva
no se sabe
pero juntos suben a una palmera
no es cualquier mozo
es un mozo trepador que llegó a este bar serruchando cabezas de mozos ingenuos
es un mozo vivo
tan vivo que habló con la muerte y le dijo
no existís
muerte
existo yo y mis amigos
en los amigos
hay lava
en el puente desde donde todos saltamos al vacío porque está llen de hielo
hay lava
y también abajo del puente
en el río de los témpanos
hay lava
hasta que llega el día en que conocí a Gabriela Cabezón Cámara
seguíamos en el crucero
en la polinesia
y el cielo estrellado estaba lleno
de lava
porque el cielo es
como todos sabemos
ese manto negro agujereado que tiraron para tapar la lava
que no se nos venga
que nos nos incinere
y la conocí y me dijo
al oído
soy lava
el crucero entonces choca contra un iceberg
y nos hundimos
de a poco
tan lento que parecemos lava
no hay peligro
descendemos hasta el fondo del océano
y en el fondo
del océano
hay lava
siempre hubo lava y ahí conozco por fin a Gabriela Cabezón Cámara
una guerrera
que lucha
en el fondo del mar
contra la lava
pero es ella también
lava
y su aventura sigue
pero no en este plano de la existencia
sino en un taxi
no lo maneja nadie
o sí
lo maneja el mozo
que ahora Gabriela dice no sos un mozo
sos un moño
porque esto ya se termina
y necesita un cierre
con moño
es una letra nada más
mozo, moño
pero el cierre tiene que llegar
de la mano de algo
y como el taxi va así
como solo
se la da contra una pared
se hace moño
y conozco, por fin, a Gabriela Cabezón Cámara
en una sala de hospital
mientras alguien la lava
la lava arriba
la lava abajo
la lava en el medio
la lava toda entera
y ahí la pueden ver entonces
como yo
reluciente
pura lava
